Para transformar esta buhardilla de 45m², que inicialmente tenía una estética recargada y desactualizada, la premisa principal fue la de crear un espacio acogedor y lleno de vida, inspirándonos en la sensación de estar en un invernadero interior. La clienta deseaba un lugar cálido, con una atmósfera natural, donde pudiera desconectar y disfrutar de su refugio personal.
Para ello, planteamos una base armoniosa de tonos suaves que recuerdan a la calidez de la tierra. Además, propusimos un papel pintado muy especial con motivos florales en zonas estratégicas, lo cual añadió textura y variedad visual al ambiente. Para potenciar la sensación de jardín de invierno, se introdujo vegetación natural en varios rincones de la estancia, que aportan frescura y vitalidad al espacio.
Los detalles dorados en lámparas y otros elementos decorativos añaden un punto de sofisticación y reflejan la luz de forma suave, contribuyendo al ambiente acogedor. En cuanto a los textiles, se optó por materiales naturales como lino y algodón. Como piezas centrales del espacio, diseñamos dos espejos a medida de hierro blanco, que maximizan la luminosidad y amplían visualmente el conjunto, lo que resulta fundamental en una buhardilla de dimensiones reducidas. El resultado es un lugar que invita a relajarse, donde el encanto natural y los detalles decorativos se combinan para crear un verdadero jardín de invierno en el interior del hogar, al servicio de sus propietarios.